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Huesos Tarso
El tarso corresponde a un conjunto de 7 huesos diferentes, ubicados en el pie, que se distribuyen en dos filas superpuestas. La zona de este conjunto limítrofe al metatarso destaca por que en ella se ubican los 3 huesos cuneiformes (también conocido como cuñas), el cuboides y el escafoides o navicular. En la parte posterior encontramos el calcáneo y el astrágalo.
Por lo tanto, podemos concluir en que el Tarso corresponde a las partes media y final de la extremidad. No obstante, el origen etimológico de su nombre, del latín tarsus, hace relación directa a la zona plantar.
Función del Tarso
Los huesos de la parte posterior del tarso presentan un mayor tamaño, siendo más prominentes en relación a la fila anterior. A su vez, tienen mayor implicación en los movimientos realizados por el pie y por el tobillo.
Al estar directamente conectados con el tobillo, no solo son los encargados de distribuir el impacto del desplazamiento por todo el pie, sino que ambos conforman una articulación (llamada subastragalina) que permite la estabilidad del pie y posibilitan los movimientos de pronación y supinación. Es decir, gracias a ellos podemos mover esta extremidad hacia delante y hacia atrás.
Como hemos dicho anteriormente, la finalidad del tarso es distribuir todas las cargas del pie de manera en la que se mantenga en su correcta posición, además de permitir al tobillo realizar correctamente sus movimientos.
Debido a su implicación en el desplazamiento, la zona del tarso puede sufrir diversas lesiones. Entre ellas, la más común es la fractura del calcáneo debido a caídas o a una flexión forzada del tobillo, como a su vez inflamaciones en los tendones enganchados a las articulaciones que hemos mencionado anteriormente.
Te dejamos un vídeo interactivo en el que se muestra información sobre el Tarso.
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