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Testosterona

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¿Qué es la Testosterona?

La testosterona es una hormona esteroide del grupo de los andrógenos. Se produce principalmente en las células de Leydig de los testículos, y también en los ovarios y las glándulas suprarrenales, aunque en menor medida. Es la principal hormona sexual masculina, pero también está presente en el cuerpo femenino.

Funciones de la Testosterona

Es responsable del desarrollo de los caracteres sexuales primarios y secundarios en los hombres (testículos, próstata, vello corporal…) e interviene en la producción de espermatozoides. Influye en el desarrollo de la masa muscular y la formación y mantenimiento de los huesos, previniendo enfermedades como la osteoporosis.

También acelera el metabolismo, contribuye a la disminución del colesterol en sangre e influye en las funciones cognitivas.
Además de todo esto, la testosterona modula la expresión de ciertos rasgos de personalidad.

Por ejemplo, una mayor concentración de testosterona está a asociada a una mayor agresividad, competitividad e impulso sexual, entre otros. Tiene relación con determinadas enfermedades mentales, como la ansiedad, el trastorno bipolar y los trastornos de la personalidad.

La testosterona en el desarrollo del varón

La testosterona aparece durante el embarazo para diferenciar el sexo del feto y permitir la formación de los órganos reproductivos. Tras el nacimiento, hay un pico de testosterona durante las primeras diez semanas de vida del bebé, aunque se desconoce la causa exacta.

Después de este pico, el nivel de testosterona se estabiliza. Vuelve a aumentar al llegar la prepubertad, cuando empiezan a verse los primeros efectos androgénicos, entre los cuales se encuentran el vello corporal (en axilas, pubis y cara), el crecimiento acelerado y el incremento aceitoso en la piel.

Más tarde, durante la pubertad, se producen otros cambios a causa de la elevada concentración de testosterona en la sangre durante años. Entre estos cambios, se encuentran: el vello corporal se extiende; se produce un agrandamiento fálico; la libido aumenta, así como la frecuencia de erecciones; crece el tejido espermatogénico; hay un incremento de la masa muscular y un cambio en la estructura ósea facial, torácica, etc.; cambia la voz, que se vuelve más profunda; hay un agrandamiento de las glándulas sebáceas, lo que puede dar lugar a acné.

La producción de testosterona se vuelve a estabilizar en la edad adulta. Tiende a descender en los últimos años de la vida del hombre.

Función sexual

La testosterona está directamente relacionada con la función reproductiva del varón. Es responsable de regular la libido y de provocar y mantener erecciones. También provoca la formación y maduración de los espermatozoides.

La creencia común dice que un mayor nivel de testosterona resulta en un mayor impulso sexual, tanto en hombres como en mujeres. En la práctica, esa teoría no es exacta del todo. Sí sabemos que la testosterona influye en el impulso y la conducta sexual del individuo, pero se trata de un proceso complejo en el que intervienen muchos otros factores, entre ellos, componentes psicológicos y otras hormonas.

Función cognitiva, social y emocional

El papel de la testosterona va mucho más allá del sexual. Esta hormona y su correcta regulación influyen también sobre la cognición, la psicología y el comportamiento de los individuos.

cerebro

Hay estudios que sugieren que la testosterona afecta a la memoria, la cognición y la habilidad espacial. Demasiada testosterona, o demasiada poca, podrían ser perjudiciales para el cerebro, empeorando sus capacidades. Además, un nivel bajo de testosterona contribuye a desarrollar enfermedades mentales como la ansiedad o la depresión, y está ligado también a otros trastornos.

Esto se debe a su relación con la producción de dopamina. Por el contrario, una concentración adecuada da energía, produce sensaciones de placer y vigor, probablemente impulsando al individuo a hacer ejercicio físico, cosa que a su vez dispara la generación de testosterona, retroalimentando ese estado de bienestar. En definitiva, la testosterona ayuda a regular el estado de ánimo.

Regula también la respuesta ante un desafío de dominancia, lo que significa que es la encargada de decidir entre la lucha o la huida. Una mayor concentración hace al individuo más competitivo y favorece los comportamientos de riesgo, no solo a nivel físico o deportivo, sino también financiero, por ejemplo. Además, en varones potencia el egoísmo y reduce la tolerancia.

Se cree popularmente que los niveles de testosterona influyen en la búsqueda de estatus social de los individuos. Según esta teoría, más testosterona llevaría a una mayor ambición o aspiración social. Esta relación no está clara por ahora y podría ser equívoca.

Existe un vínculo positivo entre un nivel de testosterona alto y la tendencia a la agresividad del individuo, aunque es preciso comentar que esta no es la única hormona capaz de motivar un comportamiento violento, y que este no depende solo de un factor hormonal, sino también psicológico, social, etc.

La concentración de testosterona en varones baja cuando el hombre se convierte en padre, seguramente para dar prioridad a otros comportamientos más relacionados con los cuidados, la empatía, etc., lo cual sugiere que esta hormona no favorece ese tipo de impulsos.

Te dejamos un vídeo interactivo en el que se muestra información sobre la Testosterona.